segunda-feira, 25 de fevereiro de 2013

Casuchas.

Ao longo da Ruta 7 estão localizadas as construções mais antigas de Mendoza, destinadas ao abrigo dos viajantes dos Andes.

Veja o artigo de Carlos Campana - las2campanas@yahoo.com.ar

 

Casuchas de la cordillera: testigos del pasado colonial

Varias casas, apostadas en distintos sitios de nuestra cordillera, fueron refugio y testigo de innumerables hitos de nuestra historia.
domingo, 17 de febrero de 2013
Se las conoce como las casuchas de la cordillera, postas que fueron construidas a mediados del siglo XVIII. Son las edificaciones más antiguas que actualmente posee nuestra provincia. Tienen más de doscientos años y hace exactamente cuarenta que fueron declaradas como monumento histórico nacional. Se encuentran en plena cordillera de Los Andes, muy cerca de la Ruta Internacional 7. Aún siguen en pie, y hoy conoceremos un poco más de su larga historia.

El camino real
Antes de la llegada de los españoles existía una senda que, según la tradición, los Incas utilizaron como camino; y que fue aprovechada por los conquistadores.

A mediados del siglo XVII, la ruta que conectaba Mendoza con Santiago de Chile comenzó a tener más actividad, a través del transporte de mercadería. El camino era una huella de no más de 1,60 metros de ancho; con subidas y bajadas muy pronunciadas. Los transportistas y viajeros vadeaban arroyos caudalosos, y subían alturas mayores a 3.800 metros. En invierno el camino quedaba cortado impidiendo la comunicación entre ambas ciudades.

Cuando viajar era un peligro
Algunos viajeros, que querían cruzar este camino, se arriesgaban mucho; tanto que algunos perecieron bajo alguna tormenta o como producto de los derrumbes y aludes que arreciaban en este sinuoso camino.

A mediados del siglo XVIII una comisión de funcionarios del gobierno chileno, encabezada por Ambrosio O’Higgins -padre del prócer chileno- , partió en pleno invierno, desde Santiago rumbo a Buenos Aires. Al cruzar el paso del Bermejo (muy cerca de donde actualmente se encuentra el Cristo Redentor) fueron atrapados por un recio temporal de viento y nieve, que diezmó al infortunado grupo que se dirigía hacia Mendoza.

Durante el temporal, O’Higgins  y su acompañante se perdieron y quedaron a la deriva. Sin refugio, pronto fueron víctimas del frío. Su amigo falleció en brazos de Ambrosio; y, cuando parecía que la muerte se también convocaba al futuro Virrey del Perú, fue salvado milagrosamente por una patrulla.

El desventurado viaje de O’Higgins, motivó al presidente de Chile, Antonio Guill y Gonzaga, la decisión de construir “casas de postas” en la cordillera. Las mismas servirían para resguardar a los viajeros, y al correo, de los crudos temporales invernales; y mantendría las comunicaciones permanente con los rioplatenses.

Con el ladrillo en la mano
Durante 1763 el ingeniero irlandés Juan Garland realizó un viaje de exploración, junto a su compatriota O’Higgins y dos colaboradores, para empezar con las construcciones. La primera etapa fue levantar tres casuchas de ladrillo, abovedadas, y con tal disposición que no la nieve no las cubriese.

Para esta obra se utilizaron más de 10 mil ladrillos. Aproximadamente 500 mulas fueron empleadas para trasladar los materiales; como cal, maderas, herramientas, víveres y forraje. Todo se realizó con gran precisión.

Las construcciones se terminaron en un año y medio. Posteriormente se hicieron tres más, quedando conformadas las siguientes casas en los parajes de: Punta de Vacas, los Puquios y Paramillo de Las Cuevas, en territorio mendocino. Ya del lado chileno se encontraba la de la Cumbre, Juncalillo -o llamada también de Santo Tomás- y la última, Ojo del Agua.

En 1774  se agregaron otras dos: una en el lugar llamado Las Calaveras, y la otra a la entrada de los caracoles de Las Cuevas.

Las casas de postas fueron construidas para el resguardo del correo real que iba desde Buenos Aires a Santiago de Chile. Cuando éstos llegaban a Mendoza, recibían del Administrador de Correo nueve llaves de las casuchas.

En el interior de construcciones poseían alacenas de madera, que guardaban charque en rama y yerba mate; y, en la parte inferior del mueble, gran cantidad de leña.

Patriotas y visitantes famosos
Con la caída del gobierno colonial, las casuchas que habían sido restauradas por última vez en 1803, fueron totalmente abandonadas.

En 1817, la casucha de Punta de Vacas fue protagonista del combate de “Los Potrerillos”; librado entre las tropas del mayor Martínez y los realistas de Marqueli. En esta batalla, Marqueli utilizó a esta casucha como parapeto. Días después, cuando la división del entonces coronel Las Heras marchó hacia Chile, otra de las casas situada en el Paramillo de las Cuevas fue el refugio de las tropas y sus maderas fueron usadas para encender pequeñas fogatas.

A partir de la primera década del siglo XIX numerosos viajeros como Miers, Proctor, Head, Castelwright, el pintor alemán Mauricio Rugendas y el famoso científico Charles Darwin entre otros, pasaron por ellas dejando riquísimos relatos y dibujos.

En 1841, las casuchas albergaron de ciento de oficiales y soldados unitarios que escaparon de los federales; luego de la derrota de la batalla de Rodeo del Medio.

Cien años de soledad
En 1865, el gobierno de la Provincia de Mendoza realizó la recomposición del camino cordillerano. También aprovechó la oportunidad para reparar las arruinadas cuatro casas de Punta de Vacas, Puquios, Paramillos y Las Cuevas. Además proyectó la construcción de algunas más; pero el presupuesto, como siempre, no alcanzó. Ésta fue la última vez que se restablecieron.

Esas antiguas casas este 2013 están por cumplir 250 años y, a pesar de tanto tiempo, la mayoría de ellas sigue existiendo: Los Puquios, Paramillo de las Cuevas, Las Cuevas, Caracoles y Juncalillo. En nuestra provincia, la de Punta de Vacas fue destruida por un aluvión, posiblemente en 1895, y sus ruinas permanecieron allí hasta que en 1950 se construyeron, en ese sitio, los cuarteles de Gendarmería Nacional y otras dependencias.

Ya en Chile, a unos 800 metros hacia el Sudoeste, se encuentran los restos de la casucha de La Cumbre, que fue destruida por un alud. Otra de las desaparecidas fue la de Ojo de Agua, camino a la ciudad de Los Andes; también en territorio trasandino.

En 1973, las tres construcciones existentes del lado argentino fueron declaradas por la Comisión Nacional de Monumento y Lugares Históricos, con la intención de ponerlas en valor; pero ya han pasado más de 40 años sin que el gobierno nacional designe un presupuesto para su restauración.
Carlos Campana - las2campanas@yahoo.com.ar

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